La Felicidad se nos presenta en muchas ocasiones como una utopía. El problema está en que la tenemos delante de nosotros y no somos capaces de descubrirla hasta que algo turbio nos hace verla conjugada en tiempo pasado.
Se nos presenta en pequeñas dosis, para no saturar, pero es una verdadera delicia cuando la sientes presente en tu vida y en los que te rodean.
Esos instantes en los que una sonrisa, una mirada cómplice, un paseo por la playa, un desayuno en familia, un despertar soleado, una palabra amable de un desconocido o una ducha reconstituyente te hacen sentir como la persona más feliz del mundo.
Instantes dentro de nuestras vidas que hay que guardar en nuestra caja fuerte, con candado, para que nada ni nadie pueda borrarlos de nuestra memoria.
Para que en esos momentos en los que el sol no brilla tanto sacarlos a ventilar de la caja fuerte y que sean ellos, esos montoncitos de Felicidad atesorados durante años, los que nos den fuerza para continuar buscandola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario